Los entornos de TI se han diseñado para ser dinámicos. Evolucionan de forma orgánica a través de la computación en la nube, redes no seguras, despliegues de software como servicio, contenedores, microservicios, dispositivos de Internet de las cosas, aplicaciones, infraestructura y datos que, a menudo, se añaden sin cumplir las políticas de seguridad empresariales. La proliferación de sistemas antiguos, la infraestructura huérfana y una plantilla cada vez más distribuida son complicaciones que siempre están presentes.
La gestión de la superficie de ataque proporciona a los equipos de ciberseguridad una visión integral y real de su entorno desde la perspectiva del atacante. Este módulo pone en práctica el conocimiento de los atacantes para transformar los programas de seguridad de un modo reactivo a uno proactivo.